Publicado en Diario LA HORA bit.ly/1gO9NzE
Cierren los ojos. Imaginen su imagen reflejada en un espejo. Un niño jugando con su pelota rompe el espejo. Cada uno de esos pedazos refleja la misma imagen entera y no solo una parte de ella. Nosotros no estamos en la superficie del espejo sino en frente de él y eso nos hace visibles. Tal vez los nombres de Alain Aspect o David Bohm no les suenen en lo absoluto. Para ellos esa realidad objetiva o la solidez aparente de nuestro universo son, de hecho, nada más que un espejismo, un holograma gigante.
Cierren los ojos. Imaginen su imagen reflejada en un espejo. Un niño jugando con su pelota rompe el espejo. Cada uno de esos pedazos refleja la misma imagen entera y no solo una parte de ella. Nosotros no estamos en la superficie del espejo sino en frente de él y eso nos hace visibles. Tal vez los nombres de Alain Aspect o David Bohm no les suenen en lo absoluto. Para ellos esa realidad objetiva o la solidez aparente de nuestro universo son, de hecho, nada más que un espejismo, un holograma gigante.